El contador del siglo XXI

El contador del siglo XXI

Durante mi primer año de estudios de la carrera de contabilidad me explicaron que Lucas Pacioli fue quien sentó los fundamentos de la contabilidad basada en la partida doble. Fue este fraile y matemático quien, en el siglo XVI, creó los conceptos de “debe y haber” o de “cargo y abono”, y con ello el concepto contable de balance y resultados.

¿Cómo era el trabajo del contador en esa época? Me imagino un escritorio lleno de papeles con muchos números y cuentas, y una persona tratando de organizar toda esa información con pluma, tinta y cálculo mental, aplicando el único principio contable que existía en ese entonces: el de la partida doble. Imagino que, con el paso de los años, se desarrollaron gradualmente los procedimientos manuales para definir lo que son los libros contables y cómo llevarlos correctamente.

En el siglo XX, el desarrollo y la estructuración metodológica de normas técnicas que hoy conocemos como “Principios de Contabilidad Generalmente Aceptados” o “PCGA” llevaron a la disciplina contable más allá del proceso manual de ordenar, clasificar, sumar y resumir transacciones. Fue también durante este siglo que se comenzó a utilizar herramientas mecánicas para sumas y cálculos que aligeraron considerablemente el trabajo del contador. Sin embargo, después, gracias a la invención de las computadoras, el proceso contable evolucionó rápidamente y el contador logró liberarse de muchos procesos repetitivos.

Por otro lado, la información contable siempre ha estado estrechamente vinculada con la tributación. A medida que los negocios crecían y sus transacciones se tornaban más complejas, las leyes tributarias también se hicieron más numerosas y exigentes. Es por ello que los contadores conocen profundamente de temas tributarios.

A inicios del siglo XXI, la tecnología informática y las redes sociales se incorporaron a casi todas las actividades del trabajo y la vida diaria. Fue así que los softwares de “última generación”, la digitalización y los robots se integraron masivamente a la labor del contador, permitiéndole trabajar sin papeles y evitar el registro de numerosas transacciones recurrentes. Del mismo modo, los sistemas integrados en línea simplificaron el registro contable de las operaciones. Por ejemplo, cuando una persona emite una factura, sin tener conocimientos de contabilidad o del concepto de partida doble, el sistema contable automáticamente registra la transacción como una operación de venta.

Gracias a estos avances tecnológicos, el contador dejó de ser un “prodigio” de cálculo mental y ya casi no registra transacciones, no mayoriza, tiene menos análisis de cuentas por realizar y probablemente ya no formula estados financieros. Adicionalmente, debido a que la pandemia aceleró el proceso de transformación digital de la actividad contable, el contador es un profesional que puede incluso trabajar desde casa. Definitivamente, el contador actual ya no es el hombre lleno de papeles que ordena y resume matemáticamente enormes cantidades de información. El contador del siglo XXI es un tripulante de sistemas informáticos que navega sobre mares de datos digitalizados, afectados por corrientes de PCGA y leyes tributarias, con el fin de brindar soluciones rápidas gracias al acceso en tiempo real a información precisa, así como también crear pronósticos que permitan a las empresas planificar y tomar decisiones mejor sustentadas en momentos críticos.

¡Felicitaciones a todos los contadores del siglo XXI!